En siglo XXI, con el advenimiento de la era digital, las Tecnologías de Información y Comunicación se tornaron herramientas predominantes y determinantes en el desarrollo, acceso y difusión de la información, a modo de oráculo que todo lo sabe.
Empero, la cantidad de información disponible genera que la apropiación y utilización se torna una situación problemática por su volumen, variedad y velocidad de difusión. Es decir, una sobrecarga o infoxicación que conlleva a la búsqueda de una pitonisa que nos señale el camino al conocimiento.
Para 1970 Alvin Toffler (1973) sostiene que “Si el exceso de estímulo a nivel sensorial aumenta la deformación con que percibimos la realidad, el exceso de estímulo cognoscitivo perturba nuestra facultad de «pensar». Así como algunas reacciones humanas a la novedad son involuntarias, otras van precedidas de un pensamiento consciente, lo cual depende de nuestra capacidad de absorber, manipular, valorar y retener información». Lo que acuñara el concepto de sobrecarga de información o infoxicación como lo denominaría Alfons Cornella (2004), quien lo define como “estar siempre «on», recibir centenares de informaciones cada día, a las que no puedes dedicar tiempo. Es no poder profundizar en nada, y saltar de una cosa a la otra”. Conllevando, como sostienen Área y Guarro (2004) , a la paradoja del tiempo actual “a mayor cantidad de producción y difusión de información se incrementa la confusión, o si se prefiere, la ignorancia”.
La cantidad de información disponible genera que la apropiación y utilización se torna una situación problemática por su volumen, variedad y velocidad de difusión. Es decir, una sobrecarga o infoxicación que conlleva a la búsqueda de una pitonisa que nos señale el camino al conocimiento.
Es decir, esta sobrecarga de información, produce un escenario en donde se cuenta con demasiada información para la toma de decisiones, o bien genera un impedimento para permanecer informado sobre un determinado tópico, propiciando la ignorancia. Ante lo cual la utilización adecuada de medios, recursos y aplicaciones desarrolladas en la era digital por los sujetos está relacionada con la competencia digital, entendida como la capacidad de realizar una serie de búsquedas, procesar, comunicar y difundir productos utilizando tecnologías.
A los fines de establecer a que nos enfrentamos en relación a la producción y difusión de información, un estudio publicado en Science (2011), nos revela que la cantidad de información generada por la humanidad hasta el año 2007 se estiman en 295 exabytes, aumentando en 2011 a 600 exabytes, para alcanzar en 2020 según el informe de BBVA (2015) un tamaño de 100.2 zettabytes. Asimismo, el estudio también nos demuestra la supremacía de la tecnología digital sobre la analógica, ya que para el año 2007, el 99,9% de la información generada era en formato digital, o, al contrario, que sólo el 0,007% de la información del planeta está en papel.
Con la finalidad de poder dimensionar los datos abordados tomaremos un estudio realizado por la empresa DOMO, en donde se obtuvo como resultado que cada minuto que pasa, los 2.700 millones de personas con acceso a Internet que se calcula que hay actualmente en el mundo envían más de 200 millones de correos electrónicos, realizan 2 millones de consultas a Google, suben 48 horas de vídeo a YouTube, escriben más de 100.000 mensajes en Twitter, publican casi 30.000 nuevos artículos en sitios como Tumblr o WordPress y suben más de 6.000 fotografías a Instagram y Flickr. O sea, los exabytes, zettabytes, etc, pasan de lo virtual a lo real a través de la información que representa y difunde en cada sujeto que accede.
Ahora bien, lo anterior nos genera el interrogante acerca de si existe algún tipo de proceso o herramienta para gestionar, organizar, seleccionar, segmentar, elegir o filtrar contenidos en función de no provocar una sobrecarga informativa. Y una de las respuestas posible, la encontramos en una forma primitiva de tecnología: la participación del sujeto denominado Content Curator. Sin negar la existencia de otros métodos tales como, softwares, procesos de contrastación con fuentes secundarias, etc.
El selector de contenidos, o “content curator” es quien se torna un proveedor de contenidos a quien los necesite, de una forma destilada y sencilla, para corregir el exceso de contenido y el caos en el que esté sumergida la información. Su función no se remite a la creación de más o nuevo contenido, sino, a dar sentido, filtrar y catalogar la información que otros crean para recuperar su valor inicial o condensarla según la necesidad del usuario.
En este sentido, según Varela (2012), el contet curator se lo puede denominar como un profesional de la información, para lo cual debe poseer una serie de cualidades, que la resumiremos en a) conocer a su audiencia, b) estar al día de las tendencias, iniciativas y nuevos proyectos recurrentes en su nicho de mercado específico, c) realizar un seguimiento a los artículos, charlas, entrevistas, vídeos y conversaciones que se generen en internet para saber los temas, e) monitorizar los actos, acciones o eventos relacionados con su tema, d) reconocer las informaciones reales, contrastadas y rigurosas, e) sentir curiosidad por nuevos aspectos de su tema de acción, f) conseguir transmitir calidad y credibilidad a través de su trabajo.
Lo anterior nos genera el interrogante acerca de si existe algún tipo de proceso o herramienta para gestionar, organizar, seleccionar, segmentar, elegir o filtrar contenidos en función de no provocar una sobrecarga informativa. Y una de las respuestas posible, la encontramos en una forma primitiva de tecnología: la participación del sujeto denominado Content Curator.
En conclusión, podemos sostener que la intervención del sujeto no es anulada en la era digital para la construcción del conocimiento. Sin embargo, es necesario una pitonisa que interprete ya no signos, sino que ordene la información necesaria.
*Edgardo Glavinich. Secretario Nacional CAPSI. Licenciado en Ciencia Política (UNR). Especialista en análisis estratégico. Seguridad y Defensa. Ha cursado la maestría en Inteligencia Estratégica Nacional (UNLP), diplomado en Formación Política y Gestión Local (ACEP-KAS). Miembro permanente de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) . Miembro experto Global Initiative against Transnational Organized Crime. Dir. Dipl. en Inteligencia estratégica y nuevas amenazas (UAI). Coord. Esp. en Seguridad Ciudadana (UNLP). Docente de Posgrado.
Bibliografía
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DOMO. Josh James. How Much Data is Created Every Minute?. June 8, 2012. Disponible en: https://www.domo.com/blog/2012/06/how-much-data-is-created-every-minute
SERGIO MENA MUÑOZ. Herramientas contra la infoxicación en los Social Media: los “Content Curators”. Ámbitos. Revista Internacional de Comunicación, n.24, año 2014. Disponible en: http://ambitoscomunicacion.com/2014/herramientas-contra-la-infoxicacion-en-los-social-media-los-content-curators
VICTOR V. VALERA “¿Qué es y qué cualidades ha de tener un buen “Content Curator”?” 2012. Disponible en: https://elcontentcurator.com/2012/05/29/que-es-y-que-cualidades-ha-de-tener-un-buen-content-curator/