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Está comprobado que la reproducción de pequeñas faltas, violaciones a normas, el incumplimiento de reglamentaciones, ordenanzas o leyes predispone e incentiva a los sujetos a faltas de mayor envergadura.

Por Guillermo Pidone*

El asesinato de un almacenero, el hallazgo de un cuerpo mutilado a pocos kilómetros de nuestra ciudad, la muerte de un joven como culminación de un tiroteo son situaciones realmente terribles. El daño ocasionado es irreparable y en algún momento la adjetivación en torno a estos sucesos es absolutamente estéril. Pero acontecen  en nuestra ciudad un sinnúmero de episodios de violencia con los que convivimos, que alteran nuestra calidad de vida y que de una u otra manera predisponen a los ciudadanos a reaccionar con más violencia o a buscar en actitudes violentas la forma de resolución de conflictos de diversa índole. Basta mencionar conflictos en el transito, agresiones en hospitales, lo relativo a las instituciones educativas, el fútbol tanto amateur como profesional, etc.

Está comprobado que la reproducción de pequeñas faltas, violaciones a normas, el incumplimiento de reglamentaciones, ordenanzas o leyes predispone e incentiva a los sujetos a faltas de mayor envergadura.

Ciudad sin violencia es un Programa de Intervención Ciudadana de origen israelí, que tiene como objetivo fundamental procurar la resolución de aquellas situaciones de violencia urbana que subyacen a la mayoría de las conductas que generan hechos de inseguridad ciudadana, de episodios graves en la convivencia domestica, la violencia de género, y que en muchas ocasiones generan daños graves o irreparables en los ciudadanos como son el hecho de robos o  arrebatos en la vía pública que desencadenan la perdida de una vida.

En la mayoría de los hechos de inseguridad, robos, arrebatos, violencia callejera, homicidios, es común observar  en sus perpetradores una actitud  de desconsideración de la vida del otro y por lo tanto de sus propiedades, de sus pertenencias. Este es el motivo fundamental del intento de apropiación de los bienes ajenos y de la eliminación de los obstáculos que se interponen a esta acción incluyendo la integridad física y hasta  la vida misma del otro. Esta  es una actitud que se construye en el sujeto a partir de  múltiples causas y de factores que han sido explicados en innumerables oportunidades por Psicólogos, Sociólogos, Politólogos, etc. y que no es el caso de abordar nuevamente en estas breves consideraciones.

Lo que si nos preocupa es la imperiosa necesidad de  pasar de la descripción de los acontecimientos y de la explicación de los hechos, a la resolución de estas graves situaciones por parte de quienes tienen la responsabilidad de aportar las soluciones, o lo que es peor del intento de justificación de la propia inoperancia  en la irritante  transferencia de  culpas de un poder del Estado  a otro,  como suele ocurrir.

Sin ánimo de polemizar pero, contrariamente a lo que por estos días se está proponiendo entendemos que la grave situación de inseguridad no se resolverá nunca con más policías y móviles, tampoco con mas gendarmes, ni siquiera con mas fiscales y jueces. Por supuesto que todo ello es imprescindible pero no es suficiente.  Estamos ante una verdadera situación de crisis que requiere que el Estado asuma absolutamente su responsabilidad como proveedor de seguridad a la totalidad de los ciudadanos y que los ciudadanos asuman que la seguridad es también una construcción social que requiere algo más que la demanda o la queja, sino la participación activa y colaborativa a través de múltiples formas.

El modelo de intervención territorial del Programa Ciudad sin Violencia se articula en la interactuación de los ciudadanos con todas agencias del Estado presentes en el lugar. Es así como en un Barrio o en un Pueblo o en Toda una Ciudad, los vecinos  a través de sus asociaciones  vecinales, organizaciones no gubernamentales, escuelas, iglesias, centros de salud, etc. en forma conjunta con las fuerzas de seguridad y en el marco de una estrategia amplia y sustentable participan en la búsqueda de soluciones a los problemas de esa porción de territorio.

La decisión política y el fuerte liderazgo intendente municipal es determinante para la implementación de un Programa de estas características. Definido este punto el direccionamiento de recursos humanos y materiales debe necesariamente acompañar la determinación

Es así que cuestiones que tienen que ver con la atención de las más elementales normas de convivencia cívica hasta la búsqueda de solución a problemas de mayor envergadura pueden ser no solo motivo de debate y aportes de los ciudadanos y de sus organizaciones, sino de requerimiento puntual a las autoridades policiales, o a las reparticiones públicas que correspondan y de evaluación de las acciones que se puedan realizar. 

Es evidente que este modo de participación comunitaria requiere de la construcción de relaciones de confianza entre los distintos protagonistas y ese es quizá una de los aspectos más difíciles a encarar en el marco del deterioro que las instituciones en general y las fuerzas policiales en particular han sufrido en los últimos años. Sin embargo es casi una cuestión vital comenzar a caminar en esa dirección.

Hay experiencias en ciudades altamente conflictivas como Cali o Medellín en Colombia o en otros países que se pueden analizar. El modelo Israelí es líder en esta línea de acción e intervención multiagencial en el territorio. Se puede analizar la experiencia de los Consejos de Seguridad Ciudadanos y de las Juntas de Seguridad Barrial que se llevaron a cabo en la Provincia de Santa Fe entre 2002 y 2004. Puntualmente y más en pequeña escala, pero como un interesante modelo de participación ciudadana y de articulación con las ONGs.  del Barrio y las Fuerzas de Seguridad presentes en el Destacamento N° 28 del Parque Independencia de Rosario, se puede visualizar la experiencia de “Vecinos de Barrio Parque en Alerta” sobre todo en lo que respecta al aporte que hacen los mismos a la mejora de la convivencia en el Barrio y a su vez al seguimiento y control que  tienen acerca del accionar policial, a las competencias municipales, a la comunicación entre los diversos actores, etc.

En la Provincia de Santa Fe se ha trabajado mucho para la actualización de las normas que regulan a la Organización del Sistema de Seguridad y de la Policía Provincial que se encuentran en este momento en trámite legislativo, pero entendemos que a la par de estas acciones sería saludable que se ampliara la participación ciudadana  para la elaboración de un verdadero Programa de Seguridad Local, Municipal, Provincial en línea con el marco normativo planteado que supere las improvisaciones y las reacciones espasmódicas en un ámbito en el que deben existir políticas sustentables en el tiempo. Es imprescindible una clara decisión política y el consecuente direccionamiento de los recursos humanos y económicos para llevarlos a su concreción.

*Guillermo Pidone. Prof. de Filosofía y Ciencias de la Educación. Lic. en Gestión de la calidad de la  Educación. Diplomado en Seguridad Pública Municipal. Especialista Universitario en Animación Sociocultural e Intervención Socioeducativa. Magister en Intervención Socioeducativa. guillermopidone@hotmail.com